Ayer, en el supermercado, me encontré con una escena un tanto triste.
Iba una mujer jóven, de unos treinta años, con un cochecito de bebé, con un bebé dentro, otro niño pequeño, de unos tres años, de pie sobre la plataforma que se adosa a los carritos para poder llevar a otra criatura pequeña de pie y, al mismo tiempo arrastrado una cesta de la compra. Todo al mismo tiempo. Afortunadamente ninguna de las dos criaturas iba llorando, porque hubiera sido ya, el colmo de la imágen.
De nuevo vinieron a mi mente las pocas posibilidades que esta mujer joven va a tener en los próximos años de su vida, puesto que va a tener que estar dedicada en cuerpo y alma a la crianza de esos dos menores, que no es poco.
Si no tiene empleo retribuido su vida estará completamente dedicada a la crianza y educación, practicamente en solitario puesto que el padre de las criaturas, al menos se supone, que será el que tenga que trabajar para mantener a la familia.
Si también ella trabaja fuera del hogar será, como miles de madres, será una mujer totalmente estresada que tendrá que hacer milagros para poder compaginar su vida laboral con la familiar, sin poderlo llegar a conseguir casi nunca.
Además seguramente acarreará un sentimiento de no estar haciendo las cosas bien y de tener un poco abandonanas a las criaturas, que para eso a las mujeres nos han educado a lo largo de miles de años para sentir así y para pensar que nuestros retoños y nuestro marido han de ser lo primero en nuestras vidas, antes incluso, de nosotras mismas.
La verdad es que no siento ninguna envidia por las madres jóvenes. Bueno por las madres en general.
Creo que son las que peor precio han pagado y están pagando por esta sociedad del "bienestar" que tenemos.
El estatuto de los trabajadores, en su rango de ley, no en sus modificaciones posteriores, tiene ya más de 26 años, puesto que fué en el año 80 cuando se aprobó como Ley. Ha sufrido muchas modificaciones, pero con repecto a las condiciones de vida de las mujeres trabajadoras, ha habido pocos cambios. Sólo algunos cambios con respecto a los descansos por maternidad y poco más.
Se aprobó en su día la Ley de conciliación de la vida laboral y familiar. Un ley que ya en su denominación deja, basicamente a las mujeres sin vida personal, puesto que sólo contempla escenarios laborales y familiares. De nuevo las mujeres trabajadoras "condenadas" a no tener vida personal, y por si eso fuera poco, la propia ley (no olvidemos que se dictó estando Aznar en el Gobierno y por tanto es una ley de derechas) nos condena de nuevo a las mujeres trabajadoras al cuidado de personas mayores, menores y/o dependientes, creando permisos "casi especialmente" para que las mujeres seamos las cuidadoras. A los hombres les permite seguir trabajando de forma retribuida sin tener que preocuparse de cuidar a nadie.
De verdad que no envidio para nada a las mujeres trabajadoras y madres.
Y eso por no hablar de las madres solteras...
Las admiro, y mucho porque sobre sus espaldas recae el peso del futuro pero además sin contraprestación alguna que las pueda compensar de su esfuerzo.
Para todas ellas, mi más sincero respeto y admiración.
Ben cordialment.
Teresa